Es muy frecuente que cada día, al abrir un periódico, al ver el telediario, las imágenes nos bombardeen. Frecuente es también, que muchas de esas imágenes procedan de conflictos armados, de catástrofes naturales, de tragedias… La primera reacción al contemplar esto, es pensar que todo lo que se muestra, que todas las imágenes que contemplamos escandalizados, impactados, son reales, que muestran la realidad sin cortapisas, sin edición, sin aditivos… no obstante, esto no siempre es verdad. Detrás de cada medio, hay periodistas, personas humanas al fin y al cabo, personas que reaccionan de manera distinta entre ellas y que implica que tengan una forma de trabajar diferente, incluyendo algo que en el periodismo se considera como algo impensable: la manipulación. El periodismo bélico, no se excluye de esta tendencia, ha habido casos históricos en los que una manipulación de una imagen o simplemente la toma de una imagen, polémica para muchos, vuelve a abrir el debate sobre la ética periodística: cómo debe actuarse, que se puede fotografiar y qué no son temas recurrentes en este debate que nunca parece acabar. A lo largo de la historia, se han dado casos con los que se ha reabierto este debate, no pocas han sido las ocasiones en las que la opinión pública se ha mostrado indignada ante una fotografía que ha contemplado a primera hora de la mañana. El periodismo bélico implica situaciones límite para los periodistas que trabajan en conflictos armados o en situaciones extremas. Estas situaciones hacen que cada periodista actúe de una forma diferente, con una ética diferente. No hay nada definido ni establecido, todo depende en última instancia del periodista, de la persona e incluso del medio para el que trabaja. Alfonso Ballesteros, periodista gráfico durante 25 años para medios como EFE se muestra claro ante este tema “yo creo que esas normas éticas, aunque sean comunes y generales para todos se las va imponiendo cada uno como persona, como fotógrafo. Yo soy de la opinión de que ninguna fotografía está por encima de cualquier vida humana, tanto de los personajes que van a aparecer en nuestra fotografías como del propio fotógrafo a la hora de arriesgar su propia vida por conseguir una fotografía, lo cual no quiere decir que haya personas que opinen todo lo contrario y que uno arriesguen su vida para obtener las fotografías y dos no tengan en cuenta la vida de los personajes que aparecen en la fotografías para obtener esas imágenes siendo conocedores de que esas fotografías van a aumentar su ego profesional, sus éxitos profesionales…pero insisto, yo creo que ninguna fotografía está por encima de las vidas”. La labor periodística en situaciones límite es complicada, es complicado saber qué es lo correcto a hacer cuando a tu lado hay un ambiente terrible, ya sea desde un entorno de guerra o una dictadura, esto hace que el fallo y cada movimiento que se tome en el momento se vea con lupa por la opinión pública al salir publicada en el medio, no obstante, al final el periodista debe hacer frente a estas situaciones y llevar a cabo su trabajo, al fin y al cabo es lo único que tiene para su sustento económico, sobre todo teniendo en cuenta la gran precarización que ha tenido el oficio en los últimos años, y que repercute directamente en la forma en la que trabajan: si no se arriesga y no se busca una imagen impactante e informativa el periodista puede estar condenado a que se cuestione su labor como profesional y pueda ser incluso despedido por el medio. Especialmente significativo es el caso de los periodistas freelance, que no dependen de ningún medio y que el riesgo que asumen es el suyo propio, los costes que asumen son los suyos propios, su seguridad depende de sí mismos, todo para acabar enviando un material a los medios que no tienen por qué aceptarlo. Esto crea una presión a estos profesionales para obtener el mejor material posible para mandarlo al medio, que acepte el material y que por ello el periodista reciba un pago. Cuando este tipo de fotografías impactantes salen a la luz y se publican en un medio generalista con gran impacto, siempre ocurre lo mismo: se produce una gran división de opiniones, a un lado aquellos que creen que ese tipo de fotografías son necesarias, únicamente están mostrando la realidad, que aunque en ocasiones sea dura y desagradable, no deja de ser la realidad y no puede maquillarse. Al otro lado aquellos que creen que este tipo de fotografías son innecesarias, sensacionalistas, que no tienen valor informativo y que pueden optarse por otras fotografías mucho menos impactantes para ilustrar la información. Este debate se perpetúa no solo entre personas ajenas al oficio periodístico, sino también entre los propios periodistas, dentro de los propios medios. Múltiples debates ha habido entre el personal de los diarios con motivo de publicar o no una fotografía. La historia ha tenido muchos casos en los que este debate se ha reavivado, como los presentados a continuación y que se han presentado a gente de la calle para saber su opinión al respecto
Kevin Carter y el niño de Sudán
Uno de los casos más reconocidos y polémicos de la historia reciente del fotoperiodismo. Su autor fue el fotógrafo sudafricano Kevin Carter que tomó esta foto en marzo de 1993 en Sudán (África), país que en la época atravesaba una gran hambruna que afectó terriblemente a la población y que Carter ilustró con esta fotografía, publicada por el diario estadounidense The New York Times y creando un importante debate entre el público. Entre los críticos a la fotografía, el argumento más empleado fue la impasibilidad de Kevin ante el acecho del buitre y no espantando al buitre para evitar que atacara al niño. Pese a las críticas, la foto le valió el premio Pulitzer en 1994. No obstante, se suicidaría poco después como resultado de las secuelas que le dejó su trabajo ante todo lo desagradable que había visto y la inestable situación familiar y financiera a la que se estaba enfrentando. En julio de 1993 un fotógrafo español, Luis Dávila, tomó una foto muy similar a la que había tomado Carter meses atrás, e incluso en la misma zona en la que tomó el fotógrafo sudafricano la foto. El caso de Luis no contó con la inmensa repercusión que sí tuvo la foto de Carter, pese a ser muy parecidas.
La niña de la Guerra de Vietnam
Este es uno de los casos en los que una fotografía se ha convertido en un icono antibelicista, en este caso en contra de la guerra de Vietnam y de la participación de EEUU en la misma. La fotografía, tomada el 8 de junio de 1972 en Vietnam del Sur por Nick Ut, fotógrafo de Associated Press muestra a unos niños huyendo de un templo en el que se encontraban y que está siendo bombardeado con Napalm, cuyas llamas afectan a la niña del centro, Phan Thi Kim Phúc. Ut, tras tomar la fotografía, ayudó a Phan y al resto de niños, llevando incluso a la niña al hospital en su propio vehículo.
La fotografía tras ser publicada causó un gran impacto en la opinión pública y contribuyó a aumentar mucho más su oposición al conflicto, convirtiéndose en un símbolo contra la guerra de Vietnam además de hacerle valedor del premio Pulitzer a Ut. El impacto de la imagen fue tal que según algunos historiadores, ayudó a frenar la guerra.
Manipulación fotográfica en la guerra de Siria
La manipulación está considerada entre los medios de comunicación como algo inadmisible, algo que practicó el fotógrafo mexicano Narciso Contreras de Associated Press en 2013, que eliminó una cámara que estaba situada originalmente en la esquina inferior izquierda de la imagen. Esta imagen le valió el despido de la agencia, que incluso retiró todo el archivo fotográfico de Narciso en el medio de comunicación internacional. Pese a que a priori parece un cambio muy pequeño, esto supone una violación de la ética profesional periodística, cuyo uno de los principios éticos es la prohibición de manipular, algo que hizo Narciso a propósito.
El fotoperiodista en 11M
Este es un caso que refleja la profesionalidad de un fotoperiodista. Las noticias desastrosas son un área importante de la información de noticias. El elemento más importante que compone tales noticias son las fotos reales, que requieren que los reporteros arriesguen sus vidas para obtenerlas. Pablo Torres es un ejemplo conocido. El 11 de marzo de 2004 ocurrió el peor atentado que había sufrido España en toda su historia y que se cobró la vida de 191 personas la estación de Atocha, pero minutos después de las explosiones, Pablo Torres realizó varias fotografías importantes sin preocupar por la seguridad de su propia vida. En su fotografía aparecen muertos y heridos, pero también hay muchas personas que están atendiendo a los heridos.
En el momento de publicarse la fotografía Torres fue muy criticado por haber tomado la foto en vez de ayudar a las víctimas. Muchas redacciones de medios nacionales debatieron acerca de si era apropiado o no publicar la imagen, sobre todo por el detalle de los restos humanos que se pueden contemplar en la imagen, detalle que algunos medios suprimieron mediante edición o incluso ocultaron gracias a un abundante pie de foto.
El periodista ayuda al niño sirio
Aunque este trabajo siempre ha puesto al fotoperiodista en el dilema, todavía hay personas que realmente quieren ponerlo en acción. Esa persona apareció en el caso del estallido de Alepo en Siria. El protagonista se llama Abd Alkader Habak, un fotógrafo sirio que fue bautizado por los medios como “el héroe de Alepo” que el 15 de abril de 2017 contempló un atentado suicida en Alepo (norte de Siria) que dejó tras una potente explosión 126 personas asesinadas, entre ellas 68 niños. Tras la explosión, Habak abandonó su rol de periodista y dejó su cámara en un segundo plano para ayudar a los niños heridos que se encontraban aún en peligro. La fotografía muestra cómo en situaciones límite hay periodistas que optan por ayudar a personas en riesgo en lugar de fotografiar la escena.
Omaira Sánchez: la muerte retransmitida en directo
En 1985 entró en erupción el volcán Nevado del Ruiz en Colombia. Al haber estado inactivo durante años, su erupción dio lugar a un mar de lodo, piedras y lava que arrasó por completo la localidad de Armero, dando lugar a una catástrofe natural terrible, con una cifra de fallecidos que sobrepasaba los 20.000. La imagen más representativa de la tragedia fue la pequeña Omaira Sánchez, una niña de 13 años que se quedó atrapada entre los restos de la erupción y el fango. Televisión Española grabó imágenes de la pequeña durante su agonía, incluyendo los intentos infructuosos de rescate y su muerte. Omaira se convirtió entonces en la víctima más conocida internacionalmente de la mayor catástrofe natural de la historia de Colombia mientras que el papel de TVE en este suceso sigue siendo objeto de debate acerca de si su ética profesional fue apropiada o no.
Muerte en las costas de Turquía
Esta fotografía tomada en una playa al oeste de Turquía en 2015 por Nilufer Demir de Reuters fue una de las fotografías más empleadas para ilustrar la noticia de la llegada de refugiados sirios a la costa turca en la que murió un niño en lugar de otra tomada y que mostraba el cadáver del niño sobre la arena de la playa turca. Esta fotografía original abrió un profundo debate entre diferentes medios de comunicación internacionales. A un lado, aquellos a favor de publicar la foto del cadáver del niño, entre los que se encontraban medios como el Washington Post estadounidense o el británico The Guardian. Al otro lado, medios en contra de publicar la foto como el francés Libération o todos los medios nacionales alemanes.
Asimismo, la foto generó un profundo impacto en la sociedad internacional, que comenzó a prestar más interés en la crisis de refugiados procedentes de Siria como resultado de la guerra en este país.
Un atentado retransmitido en directo
El caso más reciente de conflicto entre ética y oficio informativo ocurrió durante los atentados contra dos mezquitas de la ciudad de Christchurch (Nueva Zelanda) el pasado 17 de marzo. Uno de los autores de los atentados fue Brenton Tarrant, que retransmitió su matanza en directo a través de Facebook. La retransmisión duró un total de 17 minutos hasta ser cortada por la propia red social. No obstante, eso no puso fin a su difusión por parte de los usuarios hasta el punto de que durante las primeras 24 horas después de la emisión, la aplicación creada por Mark Zuckerberg eliminó un total de 1,5 millones de vídeos que mostraban imágenes de esta retransmisión. Algunos medios de comunicación emplearon estas imágenes (censuradas en mayor o menor medida en función del medio) para ilustrar la noticia.
Una última reflexión
Todos estos casos demuestran que el debate entra la ética y el oficio informativo lejos de terminar, siempre acaba surgiendo y siendo objeto de intensos debates en la sociedad. Incluso la mayoría de veces se ha demostrado cómo los errores por manipulación o morbosidad han sido por parte de los directores de los medios y no por los periodistas, como en el caso de la fotografía del 11M. Pero como se demuestra en las entrevistas a las personas ajenas al oficio, poco a poco se va haciendo un poco más de conciencia a favor de los periodistas y los profesionales van actuando con esa obligación que tienen con el público de informar siempre con veracidad y objetividad.
Puedes ver el vídeo completo del reportaje aquí:
Un reportaje de:
Yu Jiang
Mariam El Mourjany Román
Miguel Ángel Dávila Prieto
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