EL FOTOPERIODISMO O PERIODISMO FOTOGRÁFICO es un género periodístico en el que las fotografías se utilizan en las piezas que terminan saliendo en diferentes medios de comunicación, ya sean audiovisuales o escritos. Es un género propio, una disciplina en la que fotografía y periodismo van de la mano.

En palabras de Isabel Arquero Blanco, profesora en la Universidad Complutense de Madrid, el fotoperiodismo es “una especialidad de la fotografía o del periodismo […] en la que la fotografía es informativa; informa”. Añade, además, que el fotoperiodismo “muchas veces cuenta cosas relacionadas con la actualidad y otras veces con lo que es otro tipo de proyectos, como la fotografía documental o el documental”.

El desarrollo del fotoperiodismo está ligado a los conflictos sociopolíticos de los países. Surgió tras la I Guerra Mundial en Alemania. En la República de Weimar (1919-1933) se dieron una serie de mejoras técnicas en los dispositivos fotográficos que permitieron una mayor rapidez en la toma de fotografías. Gracias a estas mejoras, el periodista pudo llevarse las cámaras consigo e inmortalizar aquellos sucesos de los que, posteriormente, hablaba en sus piezas.

El fotoperiodismo fue clave a la hora de abordar grandes conflictos bélicos como la Guerra Civil española, la Guerra de Vietnam, etc. El periodo de mayor desarrollo del periodismo se da, precisamente, entre la I y la II Guerra Mundial.

La primera organización nacional de reporteros gráficos del mundo se fundó en 1912 en Dinamarca con la Unión de Fotógrafos de Prensa (Pressefotografforbundet) constituida inicialmente por seis fotógrafos de Copenhague .
El trabajo del fotoperiodista, para Arquero Blanco, “depende mucho del tiempo que lleve en la profesión. Si es un fotoperiodista que está empezando está haciendo fotos de actualidad donde le manden. Lo mismo tiene que hacer una foto de una rueda de prensa, de una presentación de un libro, de una fiesta, etc.”.

El fotoperiodismo desde dentro

Para Arquero Blanco, “el fotoperiodista tiene una función muy importante” dentro del periodismo. Al principio, afirma, que los fotógrafos no estaban ni en las redacciones. Luego sí que se incorporaron. En esos comienzos, ni siquiera el fotógrafo ponía el pie de foto, lo hacía el redactor puesto que estaban muy diferenciados ambos campos. En la actualidad, concluye la profesora Arquero, “el fotoperiodista ahora piensa y escribe. Su tarea es la de autor completo”.

Los fotoperiodistas se encargan de inmortalizar aquellos acontecimientos importantes y de actualidad. Los acontecimientos que cubren pueden ser de lo más diversos. Dentro del propio periodismo, hay áreas de especialización, como el fotoperiodismo deportivo, el fotoperiodismo cultural, el fotoperiodismo bélico, etc.

Trabajan, además, con plazos de entrega muy limitados. Tienen que estar muy pendientes de los acontecimientos, de todo lo que ocurre a su alrededor. De un mismo trabajo pueden sacar cientos de fotografías y que sólo se llegue a publicar una o que, incluso, no se publique ninguna. Es un mundo muy competitivo que exige la actualización continua, el conocimiento de lo que les rodea y la suerte de poder estar en el lugar exacto y justo en el momento preciso.

Conozcamos a algunos pioneros del fotoperiodismo

JACOB RIIS (Dinamarca, 1849 – Massachusetts, 1914)

Jacob August Riis comenzó en 1873 como reportero en New York Tribune, cuando un conocido le contactó con una agencia y, a continuación, se integró como periodista en el New York Evening Sun.

Riis fue uno de los primeros en utilizar el flash de polvo de magnesio en sus fotografías. Esto hacía que sus instantáneas nocturnas resultaran de mejor calidad y, gracias a esa nueva tecnología, sus artículos periodísticos se vieron enriquecidos y sus conferencias fueron ilustradas.

Su primer libro How the Other Half Lives, publicado en 1980, obtuvo gran éxito y una de las fotografías más conocidas publicadas en él es Contarro del Bandido, de 1888.

ERICH SALOMON (Berlín, 1886 – Auschwitz, 1944)

Publicando en medios como Life o Daily Telegraph, Erich Salomon comenzó de reportero. En su trabajo empleaba una cámara de pequeño formato, unas placas fotográficas y una persiana que silenciaba el ruido del obturador. De tal manera, consiguió ser especialmente sigiloso y elegante en sus fotografías, cuya temática eran las reuniones oficiales de autoridades, intelectuales y artistas.
En 1971, inspirado por el propio Erich Salomon, se instauró el premio Dr. Erich Salomon, que reconoce la calidad de trabajos de fotoperiodistas y es otorgado anualmente por la Sociedad alemana de fotografía.

ROBERT CAPA (Budapest, 1913 – Vietnam, 1954)

André Ernö Friedmann, conocido como Robert Capa, es considerado el corresponsal gráfico de guerra y fotoperiodista más importante del siglo XX. Retrató escenarios bélicos de la Guerra Civil Española, la invasión japonesa de China, la Segunda Guerra Mundial, la Primera Guerra Árabe-Israelí y la Guerra de Indochina, donde murió al pisar una mina cuando trabajaba como reportero.
En la década de los treinta, Capa huyó de la amenaza nazi y conoció a dos personas que, de una u otra manera, marcaron su vida. Una de ellas fue el fotógrafo David Seymour, gracias al cual consiguió un puesto de trabajo como reportero gráfico en la revista Regards, y la otra fue la fotoperiodista Gerda Taro. Con ella creó el pseudónimo de Robert Capa, bajo el cual la pareja firmó sus fotografías. Debido a ello, existe cierta confusión a la hora de saber quién es realmente el fotógrafo de algunas obras, si André o Gerda.
Robert Capa fundó en 1947 la agencia fotográfica Magnum con sus amigos y fotógrafos Henri Cartier-Bresson, David Seymour, George Rodger y William Vandivert. Una de las fotografías más famosas que conformaron su obra maestra fue Muerte de un miliciano, tomada sobre el Cierro Murciano de Córdoba en 1936 durante la Guerra Civil Española.

HENRI CARTIER-BRESSON (Francia, 1908 – Francia, 2004)

Considerado como padre y precursor del fotorreportaje, Cartier-Bresson se inició en el arte como pintor hasta los años 30, cuando descubrió la fotografía y realizó el documental Victoire de la vie [https://www.youtube.com/watch?v=R_Av8GkQKbM]en 1937.
En un principio, fotografió con una cámara de segunda mano y, a continuación, se hizo con su cámara Leica, que le acompañó en toda su trayectoria.
Su principal preocupación era captar la realidad en el momento más expresivo de la acción y la temática de sus obras es variada, desde la Guerra Civil Española hasta la muerte de Mahatma Gandhi. Cartier-Bresson tuvo, además, el privilegio de fotografiar a figuras relevantes tales como Pablo Picasso, Che Guevara y Fidel Castro.

Fotoperiodismo como conciencia social

Ana Palacios

(Zaragoza, 1972)

“Al volver de un viaje en la India en 2010 y publicar las fotos, descubrí la fuerza de la fotografía para transformar el mundo. Se difuminó mi adicción al cine y estalló la de documentar proyectos de cooperación”

“Al volver de un viaje en la India en 2010 y publicar las fotos, descubrí la fuerza de la fotografía para transformar el mundo. Se difuminó mi adicción al cine y estalló la de documentar proyectos de cooperación”. Así es como cuenta Ana Palacios el momento en el que se decantó por la fotografía tras haberse graduado en Periodismo en Pamplona, haber seguido sus estudios de cine y fotografía en Los Ángeles y haber trabajado con directores como Ridley Scott, Milos Forman, Tony Kaye, Michael Radford, Jim Jarmusch y Roman Polanski.

La temática de los trabajos de Palacios gira alrededor de Asia y África. Hace visibles comunidades vulnerables con el propósito de aumentar la conciencia sobre asuntos relacionados con la infancia y la mujer. Colabora con ONG como Manos Unidas, África Directo y UNICEF y escribe sobre derechos humanos en múltiples medios internacionales entre los que se encuentran Al Jazeera, The Guardian, Daily Mail, Terra Mater, Days Japan, XL Semanal y El País, entre otros.

La propia fotoperiodista confiesa que Niños esclavos. La puerta de atrás es, probablemente, el proyecto profesional que más le ha marcado personalmente. “A la vez ha sido el más complejo ya que lo he realizado durante tres años en tres países distintos y de ahí ha salido un libro, una exposición y un documental. Quería ir más allá que en los anteriores proyectos y, por eso, introduje el documental como otra forma de contar la historia con distintos lenguajes y soportes”, añade.

Además de este último libro publicado en 2018 sobre la reinserción de niños esclavos en África occidental, cuenta con otros dos: Arte en movimiento , de 2015, sobre el arte como herramienta para el cambio social en Uganda y Albino , publicado en 2016, sobre el cáncer de piel en personas con albinismo en Tanzania.

La realidad a través de sus proyectos

Ana Palacios cuenta con varios proyectos que han sido expuestos a lo largo de su carrera, y como tal han tenido su éxito por la manera en la que consigue retratar la realidad. Busca que sus fotografías puedan “mostrar que detrás de una situación complicada también hay lucha, esperanza e ilusión (…) mostrar el lado más amable del dolor, si es que lo hay”. Esto se ve reflejado en los diversos proyectos que ha realizado: Albino, La Piel de África , Arte en Movimiento, Invisible Burundi, o su proyecto más reciente y conocido, Niños Esclavos: La Puerta de Atrás.

No obstante, para conseguir la trasmisión efectiva de esta visión requiere un gran trabajo de documentación previa. Ana explica: “el primer paso previo al viaje es la etapa de documentación que es muy necesaria para empezar a entender la problemática que quiero documentar”. La documentación es esencial para conocer el lugar en el que se va a mover durante el periodo de tiempo en el que va a estar elaborando sus fotografías. De esta manera le permite entender el contexto en el que está viviendo la población a la que está retratando.

Niños Esclavos: La Puerta de Atrás | Fuente: Ana Palacios

Una vez documentada, para entender todo aquello que rodea al escenario en el que se va a mover para la realización de su trabajo, ya puede viajar hacia el destino en cuestión. Allí destaca que “lo importante es hablar con las personas a las que vas a fotografiar, preguntarles qué les preocupa, cómo se sienten (…) esa es la base para crear empatía y que no te vean como a una extraña que solo va a hacerles fotografías y a invadir su intimidad”. A Ana le gusta sentir esa cercanía con las personas objeto de sus fotografías.

Sentir como si fuese parte de la comunidad a la que retrata. Esto se debe a que a ella no le gusta ser “una fotógrafa paracaidista, como se dice a los que llegan, hacen las fotografías rápidas y se van”. Considera que cuanto más vive con las personas a las que va a retratar más desapercibida va a pasar con la cámara. De esta manera se produce lo que ella define como “el momento idóneo”, dado que consigue captar esa vida diaria de la comunidad como si fuese invisible.
Esta metodología es empleada en todos sus trabaos, y gracias a esta consigue transmitir las diferentes situaciones que ha vivido y presenciado durante sus viajes. Uno de sus objetivos principales es el intento que hace por sensibilizar al público que quiere mirar hacia el lado del fotógrafo, de la situación, a través de la visualización de las fotografías.
Sin duda, en cada uno de sus proyectos se ve reflejado lo que ella considera como el trabajo del fotógrafo: “los fotógrafos podemos dar luz a problemas que afectan a miles o millones de personas y que pasan desapercibidos porque no están en el foco mediático de la actualidad”. Por ello siempre ha decidido centrarse en proyectos en los que pudiese transmitir estos a través de sus textos, fotos, audios, videos, etc.
De todos sus proyectos, a día de hoy el más actual y conocido es el de Niños Esclavos: La Puerta de Atrás. Estuvo trabajando en él durante 3 años, y a día de hoy continúa centrándose en el mismo con el objetivo de difundirlo a través de exposiciones en diversas localizaciones. No obstante, en lo que se refiere a proyectos nuevos, cabe destacar el que ha estado realizando en Guinea Ecuatorial, donde ha estado trabajando en varios proyectos relacionados con la infancia en colaboración con UNICEF, además de otros relacionados con el impacto de las tecnologías en los jóvenes africanos.
En la actualidad está centrada en las actividades de una ONG que trabaja en temas de educación y ambiente llamada Agua de Coco, las cuales se encuentra documentando en Madagascar.
Así mismo, actualmente está participando en la exposición Creadores de Conciencia, en la que comparte algunas de sus fotografías pertenecientes a su proyecto Albino, junto a otros 39 fotoperiodistas como Gervasio Sánchez, Fernando Moleres o Javier Bauluz.

Proyecto

Creadores de conciencia

Exposición

Realidades inquietantes en el extranjero así como situaciones que se viven en la propia ciudadanía. En este proyecto producido por la compañía de seguros DKV: Salud y Bienestar y con la participación de Reporteros Sin Fronteras, se reúne a 40 fotoperiodistas que muestran con sus fotografías estas realidades tan diversas.

Como el propio nombre indica, “crea conciencias”, a través de las imágenes que muestra. Se exponen realidades tan lejanas de la manera más realista posible a través de lo que consiguen retratar estos profesionales a través de los objetivos de sus cámaras.
El proyecto ha recorrido diversos centros de exposición, entre ellos el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Barcelona, Madrid, y próximamente, Valencia, han sido las provincias escogidas para exponer los trabajos de fotoperiodistas de la talla de Javier Bauluz, Samuel Aranda, Sandra Balsells, Gervasio Sánchez, Alfonso Moral, Santi Palacios y la misma, Ana Palacios.

Espacio de Ana Palacios en la exposición Creadores de Conciencia | Fuente: elaboración propia

Ana Palacios presenta en esta exposición tres fotografías, de las cuales, dos pertenecen a su proyecto Albino, donde expone la realidad que viven los albinos en Tanzania. Un trabajo en el que por un lado refleja el día a día en el refugio de Kabanga, donde la ONG española AIPC Pandora está comprometida con un proyecto social que busca conciencias y apoyar a la comunidad albina. Por otro lado, describe el trabajo de los sanitarios españoles que colaboran con las instituciones locales en el Centro de Entrenamiento Dermatológico Regional (RDTC) del Hospital Moshi, para combatir tanto la discriminación albina como los problemas de cáncer de piel que sufren estas personas.
Así mismo, en Creadores de Conciencia también se exhibe una fotografía de su gran proyecto, Niños Esclavos, titulada bajo el nombre de su protagonista, Noir. Un niño de Kara, Togo que llevaba varios meses en un centro de acogida de los Misioneros Salesianos tras haber sido maltratado por su familia tras haber sido acusado de brujo y culpado por la muerte de su madre y su hermano.
Sin duda, estos retratos expresan realidades que en España no tienen una relación tan cercana, pero que existen a día de hoy, y que ocurren cada día en varios países de este planeta.

Fotografías de la exposición Creadores de Conciencia | Fuente: elaboración propia

Niños esclavos: la puerta de atrás
Fuente: Ana Palacios

Proyecto

Niños esclavos: la puerta de atrás

Exposición, libro y documental

www.thebackdoorproject.net

Miles de niños son vendidos y comprados como esclavos en la África Occidental. Ana Palacios retrata en este proyecto documental la experiencia de estos niños y consigue mostrar como hay una vía de salida para estas victimas de esclavitud, una “puerta de atrás” para vivir sus vidas en libertad.

Hasta el momento este es uno de sus grandes proyectos, y como explica, “ha sido el que más me ha marcado y a la vez el más complejo ya que lo he realizado durante tres años en tres países distintos”. Gabón, Togo y Benin fueron los países que recorrió Ana Palacios para conocer de cerca esta situación que tan lejana supone para la sociedad occidental, pero que tan normal es para la sociedad africana.

A día de hoy, la parte fotográfica del mismo está siendo expuesta durante ciertos periodos de tiempo en diversos centros de exposición alrededor de España.

Para este trabajo colaboró con las Misiones Salesianas, las Hermanas Carmelita de la Caridad de Vedruna y Mensajeros de la Paz. Así mismo, en lo que respecta a la exposición de sus fotografías, UNICEF ha colaborado de cerca para hacerlo posible.

Ilustración del mapa de África. Niños Esclavos: La Puerta de Atrás | Fuente: Andrea Trigo

Para realizar este proyecto vivió de cerca la situación y conoció las historias de varios niños que han tenido que vivir esa situación de esclavitud. Con su trabajo pretende llevar, acercar y dar a conocer estos casos a las sociedad occidental, y así trasmitirle lo que se siente en esos países en los que los niños no viven sin preocupaciones con sus familias, sino que con miedo a ser vendidos por sus familiares.

La exposición fotográfica cuenta con un repertorio de más de 100 fotografías que han sido producidas en papel de algodón y que ya han sido exhibidas en diversos centros en Zaragoza, Pamplona, Tudela, Huesca y Teruel hasta el momento. No obstante, Ana no descarta continuar exponiendo este proyecto a lo largo de España y el mundo.

“Actualmente mi energía está centrada en que este proyecto llegue a mucha gente, hay que llevarlo de puerta a puerta y eso es también parte de este trabajo”.
Así mismo, este proyecto fotográfico documental, se encuentra recogido también en un libro fotográfico que fue lanzado en verano del 2018 bajo el mismo nombre del proyecto, Niños Esclavos: La Puerta de Atrás.

DOCUMENTAL Y FOTOPERIODISMO: FORMAS DE VER LA REALIDAD DE LA ESCLAVITUD INFANTIL EN ÁFRICA

Una exposición fotográfica, un libro y por primera vez un documental, conforman este proyecto. “Quería ir más allá que en los anteriores proyectos y por eso introduje el documental como otra forma de contar la historia y para ello he tenido que utilizar distintos lenguajes y soportes”, explica la fotoperiodista.

Cartel Niños Esclavos: La Puerta de Atrás | Fuente: Ana Palacios

Siempre tuvo una cierta pasión por la dirección cinematográfica, y con este proyecto ha conseguido aunar sus dos grandes pasiones: la fotografía y el cine. En una viaje a la India en 2010 fue cuando comenzó a desarrollar su carera profesional como fotógrafa documental tras publicar las fotos sobre los proyectos en los que había colaborado allí. “Entonces descubrí la fuerza de la fotografía para transformar el mundo (…) Se difuminó mi adicción al cine y estalló la de documentar proyectos humanitarios”.

En el documental cuenta las historias de varios niños africanos que han sufrido la esclavitud infantil y relata su proceso de salida de ese mundo junto a intervenciones de educadores, enfermeros y doctores, involucrados en este proceso.

LA MIRADA FOTOPERIODISTA DE ANA PALACIOS

Periodista de formación y fotógrafa, así se define Ana Palacios. Sin embargo, esta fotoperiodista no siempre ha ejercido como tal. Sus inicios profesionales estuvieron dedicados a la dirección cinematográfica, en la cual ha estado trabajado durante 17 años de su vida con directores de la talla de Roman Polanski, Jim Jarmusch o Ridley Scott.

A pesar de que guarda un buen recuerdo de su experiencia en producciones de cine americanas, francesas e inglesas llegó el día en que ya no sentía la misma ilusión del principio y decidió cambiar el rumbo de su vida y dedicarse a la fotografía. Será en el año 2010 cuando su adicción al cine se vea difundida y estalle la de documentar proyectos de cooperación. Tras tres meses en la India con su cámara descubrirá «la fuerza de la fotografía para transformar el mundo».

Ana Palacios | Fuente: Twitter (@anapalacios)

Actualmente, su energía está centrada en uno de sus «proyectos más complejos» hasta el momento, Niños esclavos. La puerta de atrás, publicado en 2018 y del que ha salido un libro, un documental y una exposición y acaba de volver de Guinea ecuatorial, donde ha estado trabajando en diversos proyectos de infancia con UNICEF, así como en el impacto de las tecnologías en los jóvenes africanos y de Madagascar, documentando las actividades de la ONG Agua de Coco que trabaja en temas de educación y medio ambiente.

Además, hasta el pasado 28 de abril se podían encontrar algunas de sus fotografías en la exposición Creadores de conciencia. 40 fotoperiodistas comprometidos, un proyecto que nace por iniciativa de DKV y que busca poner en valor el trabajo de los fotorreporteros, reconociendo la trascendencia de su oficio.

Detrás de la fotografía hay un gran trabajo, a veces incluso de años. En el caso de Ana, «el momento ‘idóneo’ para captar la vida diaria es cuando consigues invisibilizarte». Por ello, uno de los pasos más importantes es el de «hablar con las personas a las que vas a fotografiar, preguntarles qué les preocupa, cómo se sienten ya que eso hace que crees una empatía y que no te vean como a una extraña que sólo va a hacerles fotografías y a invadir su intimidad».

Para Ana, las fotografías son una «herramienta muy poderosa» ya que «a través de ellas los fotógrafos pueden dar luz a problemas que afectan a miles o millones de personas y que pasan desapercibidos porque no están en el foco mediático de la actualidad». En cuanto a la libertad a la hora de tomar las fotos, Palacios reconoce: «Mi experiencia siempre ha sido buena, nunca me han marcado ninguna línea a seguir, siempre he podido fotografiar lo que a mí me interesaba. (…). Mi único límite es el respeto al sujeto y los códigos éticos en los que entiendo que debe enmarcarse mi trabajo».

Situación actual del fotoperiodismo

A pesar de que cada vez son más los medios de comunicación que se han visto obligados a prescindir de la figura de los fotoperiodistas como consecuencia de la crisis económica, el fotoperiodismo y, por tanto, quienes lo hacen siguen siendo necesarios para «saber lo que pasa en el mundo». «Hay muchas historias que merecen ser contadas y para ello se necesita tiempo. En la época de las noticias rápidas y las fake news en internet el fotoperiodismo bien hecho aporta calidad y veracidad», declara Ana.

Por su parte, Javier Bauluz o Bernat Armangue, además de ser grandes fotoperiodistas españoles, tiene en común algo más: para ambos el fotoperiodismo consiste en contar. En el caso de Javier Bauluz, por ejemplo, «el fotoperiodismo lleva implícita la palabra periodista, la intención de contar» mientras que para Bernat Armangue es «su salvoconducto para conocer realidades ajenas y poder contar las vivencias de muchas personas que, de otra manera serían invisibles para una gran parte de la sociedad».

Si bien es cierto que gracias a las redes sociales los fotoperiodistas han encontrado nuevas vías de negocio, siendo muchos de ellos freelance, la situación de éstos en la actualidad es bastante problemática ya que cualquiera que tenga una cámara es considerado fotógrafo. Asimismo, el problema de intrusismo a causa del denominado periodismo ciudadano ha originado que la profesión de fotoperiodista se encuentre, cada vez más, en decadencia. Por otro lado, el hecho de que se hagan tantas fotografías, así como su consumo masivo ha provocado que pierdan valor.

Ahora bien, la fotografía siempre va a tener esa capacidad de ir más allá, llegando, incluso, a más gente que el texto. Además, tal y como confiesa Ana Palacios «hoy los lenguajes se mezclan y estamos viendo proyectos muy interesantes que combinan ilustración, gráficos, multimedia, texto, sonido… para contar de manera excepcional una historia y que el usuario se sienta totalmente inmerso en ella».

Sin duda, el fotoperiodismo es una profesión, pero también una gran herramienta de cambio y concienciación social. Permite conocer las realidad de lo que ocurre en lugares remotos y lejanos para la población occidental. Realidades que se intentan acercar a través de la imagen. Como Ana Palacios señala, “la fotografía tiene una gran fuerza para transformar el mundo”, y como tal, es capaz de impactar mucho más que un simple texto.

Actualmente, esta profesión que tantas emociones y sensaciones mueve se encuentra en un período de crisis. Se ha visto obligada a reinventarse. Las redes sociales y el acceso masivo a internet ha permitido que cualquier persona con una cámara pueda hacer la labor del fotoperiodista. Además, las redacciones cada vez prescinden más de esta figura.

No obstante, a pesar de todo, el fotoperiodismo siempre va a ser una figura necesaria e importante en la sociedad. No se transmite igual a través de una fotografía que de una palabra. Y como tal, un fotoperiodista vive lo que retrata, por lo que la carga de realismo que tienen esas imágenes es mucho mayor que lo que pueda llegar a transmitir cualquier otra pieza o imagen. Cada detalle, persona, situación… forman parte de las historias que hay detrás de cada fotografía, y el fotoperiodista es el que hace posible que alguien totalmente ajeno a esa realidad la pueda sentir como si estuviese allí.

Por ello, pese al difícil momento por el que atraviesa el fotoperiodismo y, sobre todo, quienes se dedican a ello, la fotografía siempre tendrá un hueco en los medios.

Un reportaje de:

Michelle Alcalde Durán

Carlota Andrés del Olmo

Stephanía Carmona Fagundes

Candela Barroso Alonso